Las empresas
actualmente se enfrentan a retos cada vez más complejos y desafiantes. La
altísima competitividad, la reducción de los ciclos de vida de los productos,
la globalización de los mercados, la rapidez de los cambios tecnológicos,
clientes cada vez más exigentes y ávidos por obtener nuevas experiencias y
emociones. Este nuevo entorno obliga a las organizaciones a dar un paso
adelante en la generación de valores agregados y diferenciadores que les permita
mantenerse, desarrollarse y crecer en mercados cada vez más inciertos y
complicados. Frente a esta realidad nace un término necesario y obligatorio
para el desarrollo de las naciones, organizaciones y de la sociedad en general.
Este término es: innovación. En su esencia más general, innovar, según Dow
Chemical es: “Generar ideas nuevas y valiosas o aplicar las existentes en
nuevas formas; así como aplicar la creatividad para resolver problemas y
desarrollar o mejorar productos, procesos o servicios”.
La
innovación es una herramienta poderosa que permite a las organizaciones
modificar sus procesos de trabajo, reorientar le gestión del negocio y darle un
rumbo estratégico que permita generar resultados diferentes, únicos, geniales y
capaces de hacer vivir emociones excepcionales a sus clientes. Michael Porter
ha sido muy claro en su criterio sobre la importancia de la innovación en la
actualidad: “La competitividad de una nación depende de la capacidad de su
industria para innovar y mejorar. Las empresas consiguen ventajas competitivas
si consiguen innovar". Las empresas que buscan centrar su accionar en la
innovación deben mostrar una clara orientación al cliente, obtener y
administrar de manera permanente toda la información que se pueda obtener y que
facilite la toma de decisiones, un alto compromiso de la alta dirección, un
empoderamiento en todos los niveles y, sobre todo la capacidad de todos sus
miembros de, como dice el slogan de Apple, pensar diferente. El resultado de
vivir una cultura de innovación en las organizaciones va a permitir generar
altos niveles de satisfacción en los clientes, capacidad de respuesta inmediata
a sus demandas, la fidelidad del mismo que se refleja en el crecimiento de su
participación dentro de la empresa, la recomendación permanente a nuevos
clientes transmitiendo su propia vivencia frente a la empresa y sus productos.
Vivencia que solo puede ser transmitida por quienes ven únicas y diferentes a
las empresas, es decir, empresas con la capacidad de analizar, detectar
oportunidades, reinventarse y ofrecer un portafolio no de productos sino de
“soluciones hechas a medida de los clientes más exigentes”. Una organización
que trabaja bajo el principio de la innovación está consciente de que existe un
alto riesgo. Toda idea, proyecto o producto trae consigo una alta dosis de
riesgo. Los innovadores viven con ello y han sido capaces de minimizarlo y
reducir la incertidumbre en cada paso que han dado para brindar una experiencia
única y diferente a sus clientes, tal como lo dijo Howard Schultz: “La
innovación está en nuestro ADN” y, Steve Jobs al decir: “La innovación es lo
que distingue al líder del seguidor”.